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Cómo alargar el ciclo de vida de tu producto bajo el concepto cradle to cradle

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Aunque el reciclaje sea una excelente opción para poder volver a utilizar elementos que ya no necesitamos, el objetivo ideal y la tendencia hacia la que comienza a girar el estilo de consumo es en realidad la reutilización. El objetivo, es este caso, es volver a utilizar el producto o la materia prima sin que sea necesario que pase por el proceso de reciclado, sino que esté diseñada directamente para que resista varios usos o incluso infinitos. Así, alargar el ciclo de vida de tu producto.

La meta ahora, además de reciclar, es volver a poder usar el producto tal y como llega a nuestras manos. Para ello se propone alargar su vida útil a través de su diseño y de un estudio más minucioso de los materiales para que no se rompan tras un tiempo concreto, lo que se conoce como obsolescencia programada. Desde Bruselas, además haberle declarado la guerra a este hecho y al greenwashing, también se busca un impulso de esta tendencia entre empresas para conseguir acercarse más a ese proyecto de economía circular que ayudaría a detener el consumo desenfrenado de materias primas y hacer que mantengamos los productos que adquirimos durante más tiempo para no tener que seguir fabricando.

Es más, no solo la Comisión Europea busca generar estos cambios, sino que las tendencias de consumo también están comenzando a virar hacia una compra más sostenible, reutilizable y duradera. Entre estas tendencias triunfa el concepto cradle to cradle, muy alineado con la reutilización y que explicaremos en el post de hoy. Sin embargo, antes de ir directamente al ‘meollo’ de la cuestión, hay que hablar del ciclo de vida de un producto y de cómo aplicar esta técnica para alargarlo todavía más y reutilizar en vez de reciclar. 

 

¿Qué es el ciclo de vida de un producto?

Antes de continuar tenemos que dejar muy claro este concepto, ya que por su nombre puede llamar a confusión: el ciclo de vida de un producto hace referencia a todas las fases o etapas de un artículo o productos comercial, desde que se idea hasta que se vende. Se le llama ‘ciclo de vida’ por comparación al propio proceso de evolución de los seres vivos, ya que ambos tienen que pasar obligatoriamente por distintas etapas hasta llegar al final de su existencia.

De forma resumida, las fases del ciclo de vida de un producto son las siguientes:

 

Desarrollo. En este momento es cuando se genera la idea y se desarrollan todas las actividades que harán que el producto se pueda crear de forma física y no solamente en el mundo intangible: se obtienen las materias primas y se las trata para dar forma al artículo que se ha pensado. Todo este proceso puede volverse más sostenible, por ejemplo, utilizando energías renovables en el proceso de fabricación y materiales biodegradables, además de, por supuesto, haber propuesto una logística de bajas emisiones.

 

Lanzamiento al mercado. Es el momento; el producto ya tiene forma y está completo, por lo que la siguiente parte de la misión es introducirlo en el mercado para que los usuarios lo compren. No hay que asustarse si durante las primeras semanas de introducción las ventas no son muy altas, es algo normal; de ahí que muchas empresas inviertan cantidades elevadas en publicidad y marketing al comienzo, que, ya de paso, sigan valores y éticas medioambientales (materiales promocionales biodegradables, por ejemplo), para mostrar a nuestro posible cliente que el propósito también es reducir la huella de carbono y el impacto ambiental.

 

Crecimiento. Este período significa que el producto está calando entre los compradores y las ventas comienzan a subir. Es sin duda la parte más estratégica de todo el ciclo de vida del producto porque marca el momento en el que la empresa puede diferenciarse o no de la competencia con la imagen de marca que ofrezca.

 

Maduración. Si un producto llega a esta fase significa que ya no es algo ‘nuevo’, sino que se ha asentado y los compradores recurren a él y lo tienen como algo habitual en lo que confiar. Es muy importante seguir analizando el grado de satisfacción del cliente para aplicar posibles mejoras.

 

Declive. Es posible que acabe llegando el momento en el que los consumidores ya no quieran comprar el producto y las ventas comiencen a caer. Esa será la señal para retirarlo del mercado o adaptarlo para que aparezca otro artículo. Así es el ciclo de vida de un producto: una vez cumple su misión, ‘muere’. 

 

Alargar la vida del producto

Vivimos en una sociedad de consumo en la que nos hemos acostumbrado a que las cosas ‘duren poco’ y, una vez se rompen, no se arreglan o se reutilizan, sino que se tiran. Estas prácticas están minando los recursos naturales del planeta y producen grandes niveles de contaminación, por lo que la aparición de la economía circular tiene entre sus muchos objetivos cambiar ese modelo de consumo hacia otro en el que el consumidor pueda sacarle el máximo partido posible al producto.

Sin embargo, existen ya formas de alargar la vida útil de un producto, ya sea reparándolo o utilizando partes de sus piezas para reutilizarlas en otros artículos. No queremos hacer más spoilers, así que veamos algunas de las prácticas que podemos seguir para aumentar el uso de los productos:

 

Arreglar y reparar. La mejor forma de alargar la vida útil de un producto es arreglar la parte de él que ya no funciona. De esta forma no se echan a perder el resto de partes que sí pueden seguir utilizándose.

Alquilar. Si no lo vamos a usar en todo momento, otra opción, que viene acompañada de un pequeño ahorro económico, es alquilar el producto en sí, como por ejemplo una bicicleta. Así no compramos una nueva y evitamos que se tenga que extraer materia prima para fabricarla.

Segunda mano. Si no vamos a utilizar más un producto pero está en buen estado, podemos alargar su vida vendiéndolo de segunda mano. También nos podemos plantear este tipo de compra cuando necesitemos algo: quizá no sea necesario comprarlo nuevo y podamos adquirir el de alguien que ya no lo necesite.

Reutilizar y reciclar si no hay otra opción. Esta es una de las piedras angulares de la economía circular: reutilizar en vez de pensar directamente en el reciclaje. Se trata de buscarle otro uso a un producto que ya no sirva para lo que fue creado. Un buen ejemplo son nuestras cajas de transporte de productos capsa2in1®, que cuentan con un diseño pensado para que el cliente que las recibe pueda abrirlas sin romperlas y seguir utilizándolas para uso personal. Su sistema de doble opción de cierre añade funcionalidad al packaging y convierte a las cajas de cartón en una solución eficiente y sostenible.

 

Es más: también tenemos en Capsa Packaging una opción especial e-commerce: la caja cuenta con una doble cinta de cierre autoadhesivo para que las empresas hagan envíos seguros y, al mismo tiempo, los clientes puedan reutilizar la caja al hacer cambios o devoluciones, de modo que ambos puedan ahorrar costes. 

 

Cradle to cradle o cómo alargar la vida de los materiales

Además de hacer que los productos duren más y se puedan volver a usar para otros propósitos, la economía circular también busca implantar el cradle to cradle, una expresión inglesa que, traducida, significa ‘de la cuna a la cuna’. Hace referencia a que, si un material sale de un sitio, pueda volver al mismo sin perjudicar el medio ambiente en absoluto. Además de ello, también deberá durar el máximo tiempo posible, hasta el fin de su vida útil.

Desde el punto de vista de creación, un producto cradle to cradle ya sale diseñado para ser sostenible, es decir, se crea dentro de la economía circular y buscando el mínimo impacto ambiental. Desde la elección de materias primas hasta la seguridad de la salud de los mismos y la forma en la que el final de su vida útil va a impactar al medio ambiente.

El diseño inteligente y sostenible permite comenzar a generar ese círculo de vida en el que sus características sostenibles hacen que pueda formar parte del mismo eternamente. La manera en la que fabriquemos productos ahora influirá en el futuro, por eso el C2C (cradle to cradle) pretende empezar a hacer visibles esos cambios ya, enseñado que es posible crear soluciones industriales que generen 0 residuos, tanto en su fabricación como cuando se desechan. Este modelo no tiene suficiente con las 3R (reducir, reciclar y reutilizar), sino que busca una solución eficiente al problema ambiental haciendo que la fabricación no sea contaminante desde el minuto 0.

 

Certificado C2C

Y para asegurarnos de que los productos finales cumplen con la promesa que hacen, existe el certificado oficial C2C, la norma mundial que todo producto creado bajo este modelo debe cumplir en cuanto a seguridad, circulación y fabricación. La cradle to cradle (plata, oro, bronce o platino) determinará el nivel de sostenibilidad que tiene el ciclo de vida de un producto y el tipo de ecodiseño con el que cuenta. 

Para obtener esta certificación no solo basta la función del producto desde su creación y durante toda su vida útil, sino después de finalizarla, lo que maximiza su valor material sin perjudicar el entorno. Por eso, para obtener la certificación C2C hay que cumplir ciertas características de sostenibilidad respecto a materiales, productos y sistemas:

 

  • Todos sus componentes serán evaluados para analizar su impacto sobre la salud humana y el medioambiente.
  • Se medirá la capacidad del artículo para ser reciclado o usado como abono sin producir riesgo medioambiental.
  • Cuantificará la calidad de la energía y la cantidad de agua que se han empleado para crear el producto.
  • Valorará la responsabilidad social de los fabricantes.
  • Analizará la sostenibilidad de los productos mediante su diseño y los procesos regenerativos.
  • Valorará que respete los derechos humanos y contribuya a una sociedad justa y equitativa.

 

La marca de certificación C2C no es fácil de conseguir, pero, si se hace, supone muchas ventajas para el planeta y para la sociedad. El creador de del cradle to cradle es Michael Braungart, que opina que cualquier material o producto construido por el ser humano debe seguir el ciclo natural de la cadena alimentaria o de la propia naturaleza.

De ahí que el enfoque que propone no vaya por la misma línea que la de los ecologistas tradicionales, que buscan una reducción de consumo. El C2C propone seguir consumiendo pero de forma que todo lo que se haga se pueda reutilizar, ya sea volviendo a la tierra sin dejar residuos o a la propia industria en forma de partes que todavía se puedan utilizar y se puedan reciclar eternamente.

De hecho, las posibilidades del cradle to cradle no se quedan solamente en productos de consumo, sino que algunas ciudades, como Ámsterdam, ya lo están utilizando en la arquitectura: se están utilizando en la construcción de viviendas materiales de mayor calidad y, por lo tanto, más duraderos. También se han obtenido de fuentes sostenibles y de forma no contaminante, cosa que le otorga la certificación C2C oficial. Además, los edificios creados están rodeados de verdes: jardines y otros edificios autosostenibles forman el complejo del futuro, en el que nada contamine, ni su fabricación.

 

El comprador actual

Hoy en día los compradores sienten la necesidad de formar parte del cambio de perspectiva hacia la sostenibilidad y buscan que sus compras tampoco generen impacto ambiental. Por ello, se lo piensan 2 veces antes de dar dinero a una marca que no tenga valores verdes o, al menos, no acordes a los propios.

Esa es la mentalidad que tenemos también en Capsa Packaging: que podamos comprar tranquilamente sin pensar todo el rato en la contaminación que podemos estar creando. En nuestro caso, queremos que los embalajes de todos los artículos sean lo más sostenibles posibles y se puedan reutilizar todas las veces que se pueda. Por eso llevamos más de 20 años diseñando, produciendo y comercializando soluciones innovadoras de packaging en cartón ondulado, basadas en propiedad intelectual para múltiples sectores.

Buscamos contribuir al respeto del medio ambiente mediante un desarrollo sostenible. Nuestra marca garantiza el carácter ecológico de los productos que comercializamos, para los que utilizamos materiales reciclables y de mayor calidad, consiguiendo así, alargar su vida útil y protegiendo el medio ambiente. Es una responsabilidad de todos actuar de una manera respetuosa con el medio ambiente, para poder dejar un mundo mejor para las generaciones futuras.

 

Si también quieres comenzar a convertir tus productos en un poco más sostenibles con un embalaje que se preocupa por el impacto ambiental que pueda crear, puedes ponerte en contacto con nosotros. Encontraremos la solución que mejor se ajuste a las necesidades de tu producto y empresa.


Fuentes

‘Cradle to cradle’ o cómo alargar la vida útil de los materiales, de ‘Cradle to cradle’ o cómo alargar la vida útil de los materiales (bbva.com)

Bruselas quiere alargar el ciclo de vida de la ropa y promover productos sostenibles en la construcción, de Bruselas quiere alargar el ciclo de vida de la ropa y promover productos sostenibles en la construcción – Valencia Plaza

¿CÓMO ALARGAR LA VIDA ÚTIL DE LOS PRODUCTOS? ,de ¿Cómo alargar la vida útil de los productos? (sostenibilidad.com)

Sostenibilidad y producción pueden ir de la mano, de Ciclo de vida de un producto: cuáles son sus fases | Repsol

Beneficios económicos y ambientales de prolongar la vida útil de los productos de,Beneficios económicos y ambientales de prolongar la vida útil de los productos | RETEMA

Capsa2in1®

capsa 2in1® es un diseño revolucionario e innovador orientado a optimizar y flexibilizar la logística, tanto en los procesos de preparación de pedidos como en los de envío.

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